jueves, 23 de abril de 2015

TEATRO: Enrique VIII y la cisma de Inglaterra

Después de una mala racha de obras teatrales, fui en marzo a ver Enrique VIII y la cisma de Inglaterra en el Teatro Pavón. Iba por iniciativa de una amiga, porque nunca - o pocas veces - digo que no a una obra de teatro, pero sin demasiadas expectativas pese a ser una obra de Calderón. Quizá porque mi última experiencia con una obra clásica ante la que sí tenía expectativas resultó ser un desastre - lo dejo para otra entrada. Pero lo cierto es que salí encantadísima del teatro, después de ver una montaje muy trabajado y unas interpretaciones impecables.


La cisma de Inglaterra es una obra de juventud de Calderón y se sitúa durante el reinado de Enrique VIII (s. XVI), cuando se encuentra casado con Catalina de Aragón y aparece Ana Bolena. La denominada entonces "Cuestión real" surge cuando el rey se encapricha de Ana y pretende disolver su matrimonio con Catalina, con la que ya tiene una hija, María. Esto termina desencadenando la ruptura con la Iglesia Romana. 


EnriqueVIIcircular copia                          Hans Holbein d. J. 074.jpg 
                           Sergio Perís-Mencheta como Enrique VIII                     Enrique VIII por Hans Holbein, el joven


Aunque la obra parte de un hecho histórico, no se ajusta perfectamente a él. Calderón pretende dotar a la obra de un valor moralizante, y por eso deforma algunas situaciones.Se tratan temas que posteriormente aparecerán en obras mayores del dramaturgo, como el destino frente al libre albedrío o la importancia de anteponer el bien de la mayoría a los deseos individuales. En palabras de Ignacio García, director del montaje:

"¿Qué responsabilidad tiene un monarca frente al pueblo que gobierna? ¿Qué sucede cuando la máxima institución del Estado antepone sus deseos o intereses a los de su nación? ¿O cuando está mal asesorado por sus consejeros? ¿Qué espiral de caos, de violencia y de desorientación puede proyectar la corona sobre la Corte y el Estado entero? ¿Cuántas víctimas pueden quedar como rastro de un infame reinado? "

Efectivamente, son preguntas de escandalosa actualidad que nos hacen pensar y reflexionar. Al final de la obra, la respuesta es clara. Enrique VIII se arrepiente de haber repudiado a Catalina y a su hija María, y declara esta última heredera. Termina la obra con una corona sobre la cabeza de la princesa y todos los personajes repitiendo a coro una promesa de fidelidad al pueblo y a sus intereses. Un final bastante épico e impactante, buena muestra del dramatismo que impregna toda la obra.

Hasta aquí el argumento, , pero ahora toca hablar de los actores y la puesta en escena. Pepa Pedroche como Catalina está soberbia, al igual que Emilio Gavira como Pasquín, un bufón enigmático que aporta humor, sabiduría y cinismo a partes iguales. Pero en general todos los actores interpretan un gran papel, que contribuyen a elevar un texto menor y muy dramático a una gran obra teatral, todo ello por supuesto bajo la dirección de Ignacio García.

La escenografía y el vestuario merecen un aparte. Los trajes son sencillamente fabulosos y permiten ambientar perfectamente la obra. A esto también ayudan las dos músicas que tocan instrumentos tradicionales al borde del escenario durante toda la obra. La escenografía es limpia y efectiva, con efectos como los del espejo al final de la obra que aportan un toque diferente y sobre todo mucha mucha calidad.

Porque esta es la palabra que mejor define este espectáculo: calidad. Teatro clásico poco conocido, representado con mucha profesionalidad y arte. Un verdadero acierto, que no podría recomendar más.

¿Dónde? Teatro Pavón (c/ Embajadores, 9 - Metro Lavapiés, Embajadores o Tirso de Molina)
¿Cuándo? Del 27 febrero al 26 de abril de 2015

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