Hace un tiempo ya que oí hablar de este restaurante, cuyo nombre no sugiere el motivo de su fama: alberga una playa en su sótano. Aunque ahora que lo pienso... quizá Ojalá exprese el deseo de que lo único que falta en Madrid es una playa - yo preferiría un río más decente, pero eso es otro tema.
El caso es que unos amigos fueron allí a cenar y me lo recomendaron, así que lo rescaté de mi lista de pendientes y uno de estos sábados de probar cosas nuevas nos fuimos para allá. Eso sí, imprescindible reserva, tanto para el restaurante en sí como para la playa. Por Internet se puede en el primer turno, a las 21, mientras que para el resto hay que llamar por teléfono.
La verdad es que el restaurante merece la pena por la playa, yo para cenar en la planta de arriba preferiría otras opciones. Sobre todo al llegar y ver la cantidad de gente que había y lo apiñados que estaban. La verdad es que pensé que como todo fuera igual, iba a ser una experiencia poco agradable. Pero afortunadamente no fue así.
La planta de abajo, en la que está la playa, es bastante pequeña y tiene las mesitas y los asientos-cojines lo suficientemente separados como para no sentir agobio. La luz es más tenue, había música - sitio ideal para parejas, como imaginaréis -, y resultaba más cómoda de lo que parecía a priori. Mira que me habían avisado y por eso me puse pantalones, pero al final terminé descalzándome para estar lo más cómoda posible.
En cuanto a la comida, este restaurante es del grupo La Musa, con el que ya había tenido buenas experiencias previas, y por tanto sigue la misma línea. Un poco de todo, elementos tradicionales presentados de forma original junto con alguna cosilla exótica. Buena relación calidad-precio y mucha variedad. Nosotras pedimos para compartir una ensalada, unas bravas y un hojaldre de pollo, champiñón y bacon, y la verdad es que nos quedamos bien, todo ello acompañado de una riquísima jarra de limonada.
El servicio correcto, aunque se daban mucha prisa en traer la cuenta, lo que se ha convertido por desgracia en algo habitual en el centro de Madrid hoy en día.
Cuando volvimos al piso de arriba, nos reafirmamos en que lo único en común es la comida. Y para eso ya hay otros restaurantes. Desde luego, si no conseguís sitio en la playa, cambiad de opción para cenar. Pero si lo lográis, disfrutaréis de una velada muy chula en un sitio diferente.
¿Dónde? c/San Andrés, 1 (Metro Tribunal)
¿Cuánto? 12-15 €/ persona (para dos personas: tres platos a compartir y un litro de limonada - mayo 2015)